Un taxista acomplejado me cuenta algunas de sus experiencias con los gays. En esus narraciones, deja claro que mantenía siempre una actitud defensiva y amenazante ante los embates del personaje homosexual en cuestión.
Como suele hacerse en una conversación, el joven intenta lograr mi empatía, asumiendo desde un principio que pienso igual a él. Su método es lanzar chistillos y reir en busca de mi complicidad.
Al principio río, pero no empáticamente, sino porque ya pensaba en estas líneas que ahora escribo.
El muchacho sigue ufanándose. Vanidoso o más bien, egocéntrico. El siente que le gusta desde muy pequeños a los homosexuales.
Veo que le exita contarlo. Lo adivino por el placer que siente al contármelo.
Yo estoy ya bastante harto de la conversación. Es por eso que me pongo a escribir las primeras ideas de este texto en el espacio que brinda mi teléfono celular para escribir mensajes. Ahora sí lo estoy ignorando por completo y consigo que la conversación finalice.
Tener que escucharlo me parece otra forma de abuso y así se lo comunico cuando me bajo de su "unidad".
Entiendo que estas escenas se dan por ignorancia, pero ¿sólo podemos responsabilizarla a ella? ¿el taxista no es culpable? qué diablos, somos producto de la cultura, pero también tenemos la capacidad de adoptar posiciones.
Me cagas, pinche taxista pendejo.
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