Asisto al festín de la carne. No como el perro que atesora un hueso roído recordando que alguna vez fue salvaje; más bien como el lobo melancólico, que caza por necesidad y sólo para seguir viviendo. El lobo asesina para vivir.
El lobo debe cazar y sabe esperar. Debe mantener la calma si desea sobrevivir. Lobo no quiere morir.
La estrategia del lobo, su menester. Arrancar la carne del hueso, su placer. Engullir la carne roja y empaparse la barba con sangre, su garantía.
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