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jueves, mayo 26, 2011

Mujeres


Estoy en una reunión de gobierno. Sesión de un instituto dedicado a la mujer y en donde las participantes son casi en totalidad, también mujeres. Tengo bastante tiempo libre y decido redactar lo que voy pensando.

Con actitud respuetuosa –claro- pensando primero en mi bandera, en mi conciencia ciudadana y mi honor civil, decido disfrutar de lo que mi (quizás) limitada percepción recibe más fácilmente.

La belleza física.

Pero no concuerdo con pensar que la belleza física es sólo un reflejo superficial de la persona, no. Me considero suficientemente sensible como para percibir, a partir del físico, muchas características de una persona.

Y es que son movimientos, formas de mirar, formas de caminar, tonos al hablar, actitud al defender ideas o tirar carrilla ante un micrófono, contestar un celular, levantarse por café... y muchas cosas más.

Yo no sólo veo “la belleza física” no mamen. Veo la inteligencia, la sensibilidad, la educación, la actitud de alguien. Características ausentes, pobres o enriquecidas en cada caso.
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Me gusta venir a las sesiones del Inmujer porque uno se encuentra –o espera encontrarse- con mujeres de avanzada. Mujeres políticas que han decidido actuar en defensa de su género, en pro de una menos abusiva y violentada situación para la mujer en nuestro país. Eso es admirable y tener el placer de estar al alcance y en cierto contacto con estas personas, no puede dejar de disfrutarse.

No demos por hecho. También hay personas (mujeres) que son déspotas, huevonas, propotentes e ineficientes... sólo que no se ven tan feas. Y no son tan así como los hombres. ¿Por qué? no lo sé. Quizás porque tiene mejor desarrollado el manejo hábil de las emociones. Están más cercanas a la honestidad, a la coherencia entre palabras y actos; creo.
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He tenido varias veces la idea de acercarme a una muchacha que me observa a veces fijamente. Tengo ganas de decirle que escapemos a darnos unos besos. Tendría buenos argumentos si me los pidiera: La reunión no es tan importante. A ella se le nota distraída. Somos jóvenes, somos bellos y tenemos ganas. Sería intenso y bonito que, siendo desconocidos, decidiéramos escondernos en algún rincón de este edificio histórico para tocarnos coquetamente y brindarnos placer con caricias, besos, palabras cercanas.

Mis ojos.

Tengo el ojo echado por lo menos a cuatro. En otras 6 también baila mi mirada. Con varias sólo me encantaría ir a comer y charlar.
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2 horas y cacho después, volteo de nuevo a ver a mi primera escogida y pienso que definitivamente hubiera sido buena fortuna si le hubiera propuesto los besos y hubiera aceptado. Ya se le ve harta y pálida. No suelta su celular.

Choque con la realidad. La reunión finalizó. Me regocijo en mi fantasía –porque eso es-. Me congratulo y sorprendo: mi realidad corresponde a una persona apegada a otra, quien gustoso entrega fidelidad involuntaria, sin pedirla de vuelta, pero sabiendo que de una forma extraña, existe.
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Mi camino transcurre tranquilo. Mis ojos vagan por todos lados en el Centro Histórico: edificios, bodegas, calles, piernas, cabelleras, óxido, vejez, novedad. Buena vida, desde donde la veas :O

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