porno y ya

Paso por ti a las 10, como habíamos quedado. Me esperas desde hace 15 minutos y mientras haces tiempo, manejas la comezón del deseo maquillándote frente al espejo, observándote detenidamente, disfrutándote. Frente al espejo bajas tu pantalón coquétamente imaginando la cara que pondré yo al ver tus nalgas redondas enfrente. Practicas todas las intenciones de ese movimiento; las velocidades, los ademanes que lo acompañarán: lento, cadencioso y doblando las rodillas; lento, descarado y doblando completamente el tronco; rápido, agresivo y bien erguida; rápido, tímido y doblando sólo una pierna. Has tenido un silencioso y fiel cómplice que refleja bien lo que quieres ser. Cualquiera valdría para mí; pero ofrecerme tu hermoso culo tiene que ser siempre un acto memorable. Un disparo certero.

Cuando toco tu timbre, ya has terminado el ritual del perfume, el último detalle de maquillaje y la frescura del cabello.

Bajas escaleras y sonríes cuando me ves. Subimos al auto después de saludarnos y nos dirigimos a comprar cerveza.

Un minúsculo comentario basta para comenzar el incendio. Incluso a veces, sólo un movimiento ligero que me deja ver que estás usando la tanga que devoro con más ansiedad. Bajarte tú a comprar los cigarros y saber que mi mirada te sigue como perro faldero. Aprovechas para caminar con más sensualidad que nunca. Eres consciente de que estoy totalmente erecto, mojado y con ganas de cogerte desde el primer instante. Te sientes deseada por un animal en celo y eso te humedece.

-¿Sí, disculpa? -dices. -¿Me puedo comer eso? -contesto. -Muero de ganas -añades y me pasas la paleta que solicité. -Cómetela toda-.