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sábado, septiembre 17, 2011

Gemido

Mi beso se quedó atrapado en los rincones favoritos de su vulva deliciosa. Adherido a su mucoso rocío. Fiel al secreto de sus senos y su frescura radiante. Esos senos que gritan exigiendo ser devorados. Esa piel humectada con el sudor amoroso.

Su beso me jura que me ama a mí y sólo a mí. Con un gemido me lo dijo. Una reacción involuntaria que expresó a la vez alivio, a la vez ganas de más.

Ante las dudas existenciales, lo mejor es lanzar la pregunta a Eros: el mero dios de la existencia. Yo le creo a ese gemido, no a las elaboraciones mentales.

Para averiguar si lo que estamos forjando es amor habremos de entregarnos al placer, primero.

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